4 ene 2016

Entrevista a nuestro socio y 4º piloto a vela discapacitado en España



Como Lorenzo muy bien explica, nos enorgullece el ejemplo de Lorenzo por como su energía y ganas incesantes, han conseguido que entre todos seamos como un ejército de hormigas que se ayudan entre ellas y consiguen mover montañas siendo pequeñas pero desmostando tener mucha fuerza....


Desde siempre he querido ser piloto pero mi discapacidad me impedía realizar este sueño. Tengo secuelas de polio en las dos piernas y me desplazo con muletas. Desde que recuerdo siempre me he comprado revistas, libros, maquetas y cualquier cosa relacionada con la aviación y he asistido a cuantos festivales aéreos he podido.
Estaba ya mentalizado a que nunca podría volar ya que no se nos permitía a las personas con discapacidad. Pero en el año 2010 casualmente conocí la web de Sillas Voladoras. Ahí me enteré que gracias a la gran labor realizada por Elisabeth Heilmeyer (Presidente de Las Sillas Voladoras) nos quitaron las limitaciones legales para poder volar en velero. Además gracias a la ayuda de Inaki Ulibarri (socio fundador de Las Sillas Voladoras), instructor en le escuela de Senasa para vuelo sin motor de Ocaña, la escuela disponía de un velero adaptado. 
Después de hablar con Elisabeth me apunté como alumno a la escuela de vuelo sin motor de Senasa en Ocaña en Julio de 2010. Por fin iba a ser piloto de planeador o por lo menos eso pensaba…
En octubre de 2010 de ese mismo año tuve un problema en el corazón y me retiraron el certificado médico sin el cual no se puede ser alumno y por lo tanto optar a conseguir el título de piloto. ¡Mi sueño había durando 3 meses! Después del desánimo inicial y gracias a Elisabeth otra vez, me puse en contacto con Gregorio Toledano. Gregorio es un abogado especializado en temas aeronáuticos (socio de Las Sillas Voladoras y quien también ayudó a Elisabeth en la lucha para que las personas con discapacidad en España tuviéramos nuestros derechos como piloto) pusimos una reclamación ante AESA y conseguimos que me devolvieran el tan añorado certificado. Fue un proceso bastante largo y laborioso pero lo conseguimos aunque nos llevó dos años. Debo decir que el mérito es más de Gregorio que mío.
Sin embargo el certificado médico venía con un par de limitaciones. Por una parte tendría que hacerme una serie de pruebas médicas bastante extensas y por otro lado tenía que volar siempre con piloto de seguridad. La cuestión era ahora: ¿dónde me hago yo estas pruebas?  No tenía ni idea. Gracias a Carlos de Albert, el segundo piloto con discapacidad (Vicepresidente de Las Sillas Voladoras) contacté con el centro médico Creu Blanca, donde me hice las pruebas y todo salió perfecto. La única pega es que este centro está en Barcelona y yo vivo en Madrid pero en fin, no se puede pedir todo. Al final del 2012 tenía el certificado y podía seguir con el curso de vuelo.
En el año 2013, cuando me tocó otra vez renovar el certificado médico conseguí que me quitaran la limitación de piloto de seguridad. Ya veía la luz al final del túnel, después de 3 largos años.  Realmente la luz al final del túnel resulto ser la ambulancia que me llevaba al quirófano del hospital tras romperme el fémur izquierdo en las oficinas de la empresa donde trabajo. Esto me costó siete meses de baja en los que lo pasé bastante mal pero en ningún momento se me pasó por la cabeza dejar de volar.
De nuevo en pie, sin embargo la alegría fue breve, ya que los siete meses de baja me hicieron perder mucha masa muscular y al andar con muletas, me lastimé los dos hombros. Tenía unos dolores tan intensos que no podía ni moverme. Otra vez ronda de médicos, rehabilitación y mucho descanso físico. Por suerte mi empresa permite el trabajo desde casa, con lo cual tengo que andar más bien poco. Con este descanso los dolores remitieron bastante y así sigo hasta ahora.
A mediados de 2015 regresé una vez más a mis clases de vuelo, y el 26 de Noviembre de este mismo año, aprobé el examen teórico y práctico. Ahora después de este largo camino, soy piloto de vuelo sin motor.
Por supuesto me queda mucho por mejorar y voy a poner todo mi empeño en ello, pero por los menos soy piloto y esto no me lo puede quitar nadie. Al final me ha costado cinco años pero lo conseguí. Debo dejar claro que no lo hubiera conseguido sin la ayuda de mi entorno. Empezando por mi mujer, que me ha acompañado a Ocaña cada vez que he ido yo, pasando frio en invierno y calor en verano y aguantando horas y horas de espera con paciencia infinita. También debo mucho a Elisabeth, a Gregorio  y a Carlos que ya he mencionado arriba,  así como a todo el personal del aeródromo de Ocaña. Ha sido curioso ver cómo tanto los instructores, el instructor de teórica, como las personas de administración y los pilotos de las remolcadoras vivían mis desventuras casi como si fueran las suyas. Sacarme la licencia se había convertido en objetivo de todos y cuando por fin lo conseguí, fue una avalancha de felicitaciones y de sonrisas totalmente sinceras. Estas cosas se perciben.
Solo me queda añadir que me he convertido en el cuarto piloto con discapacidad de vuelo sin motor de España. ¿Te animas a ser la quinta persona?
Si un día vas por Ocaña y te encuentras un cincuentón bajito y con muletas, ese soy yo. Estaré encantado de conocerte.
Lorenzo
 




De parte del resto de los socios de Las Sillas Voladoras, un fuerte abrazo Lorenzo.